sábado, 24 de octubre de 2009

Desvirgando a la cuñadita

Esta historia comienza el día del 18 cumpleaños de mi cuñada. Tras la cena familiar en una calurosa noche de verano, comenzamos a beber alguna que otra cubata. Mi cuñada estaba espléndida con su recién estrenada mayoría de edad. Siempre la había observado como a una niña, pero esa niña se había convertido en una escultural mujer con unos pechos y un culo de locura. Sus labios carnosos prometían ser una auténtica maravilla a la hora de realizar una mamada, y sus nalgas, redondas y duras un auténtico lugar de placer.
Mientras la familia se fue acostando (mis suegros) nos quedamos en la terraza de la casa, mi mujer, mi cuñada y yo, disfrutando de las primeras ráfagas de aire fresco que nos enviaba la cercanía del mar, y comenzamos a hablar de sexo. Mi cuñada (Rosa), comenzó diciéndonos que aún era virgen, que había estado a punto en dos ocasiones de acostarse con un amigo, pero que no había podido, que le daba miedo que le hicieran daño, y que espera encontrar a alguien con experiencia para su primera vez. ¡Alguien con más experiencia! Yo encajaba perfectamente, a mis 30 años, algo de experiencia había acumulado, pensé yo.
Hacía calor y la conversación aún me subía más la temperatura, así que decidí levantarme y pegarme un baño en la piscina, para rebajar el calor y otras cosas que debido a los pensamientos que rondaban mi mente, empezaban a hacerse visibles a través del bañador.
Cuando estaba en la piscina, vino Rosa, con su nuevo bikini. Su cuerpo moreno por el sol, apenas era cubierto por una pequeña tela que dejaba entrever las bondades de un cuerpo joven, y tierno. Noté como mi miembro comenzaba a crecer aún estando dentro del agua, que más bien estaba fría. Rosa se acercó hacia donde yo estaba y me dijo en voz baja que ya se habían acostado todos, que solo nosotros dos estábamos levantados, y que como la piscina estaba alejada de la casa, si no me importaba, iba a bañarse desnuda. -Total, esto está oscuro y casi no se ve nada. Además entre cuñados no tenemos nada que esconder, ¿Verdad?- Dijo ella, soltando una risita picarona.
Se quitó la parte de arriba del bikini, y aunque la luz era poca, dejó ver unos pechos redondos, coronados por unos pezones, que parecían dos fresas pidiendo ser comidas. Después se quitó la parte de abajo y pude observar como su zona púbica estaba depilada, dejando solo una pequeña tira de pelos, se acercó al borde de la piscina y se tiró de cabeza en dirección mía, acercándose hacia donde yo estaba buceando.
Yo ya me había desprendido del bañador, dejando mi miembro, erecto y duro, libre, preparado para recibir a una sirenita. La situación me daba mucho morbo. Rosa y yo en la piscina desnudos, mientras mis suegros y mi mujer dormían a escasos 100 metros de encuentre, así que tendremos que aprovechar esta ocasión. La cogí, y comencé a besarla, ella entrelazó sus piernas a mi cintura, apoyándome sus tetas sobre mi pecho, dejando que mi polla rozara su entrepierna. Noté que su sexo estaba abierto y tuve ganas de metérsela en ese preciso instante, pero era virgen, y había que ir poco a poco.
Nos salimos de la piscina. Mi polla parecía que iba a reventar, estaba dura como un tronco y sus 22 cms estaban en pleno esplendor. Me senté en una tumbona, dejando caer las piernas una a cada lado, con el fin de que ella se sentara frente a mí, pero no lo hizo, se arrodilló a un lado, cogió mi polla. Me miró y dijo: -Es la hora del biberón- Antes de que me diera cuenta, tenía todo el prepucio dentro de su boca, mientras me masturbaba con la mano. Yo notaba el calor de su boca en la punta de mi polla, y el movimiento rítmico de su mano, arriba, abajo, arriba abajo, y la punta entrando y saliendo de su boca. Estuvo chupándomela así durante cinco minutos.
Yo solo pensaba en que si nos veía alguien se iba a montar una gorda, pero ella, con su mamada me hizo olvidarme pronto del peligro. No podía más, estaba a punto de correrme y así se lo hice saber. Pensé que se apartaría y terminaría con la mano, pero no fue así. Quitó su mano del tronco de mi polla, abrió más la boca, y se la metió entera dentro. Jamás pensé que le pudiera entrar entera dentro de la boca. Movía la cabeza de abajo a arriba y haciendo círculos. Yo no podía más, iba a correrme, ella lo notó, y en ese preciso momento, bajó sus labios hasta la base de mi pene, metiéndose los 22 cm en el interior. Solté mi descarga de semen que salió a borbotes inundado su boca, su garganta y rebosando por la comisura de sus labios. Ella seguía mamando rabo y yo tuve que morder la toalla para no gritar de placer. Siguió chupando hasta que no dejó ni una sola gota de semen, ni el que había rebosado y caído sobre mi zona púbica.
Había sido una mamada maravillosa, pero mi polla aún estaba dura, así que la cogí y le dije: -Ahora me toca a mí hacerte un trabajito. La tumbé sobre la toalla, y empecé a comerme aquel coñito maravillosa, que nunca había sido comido antes. Sus labios vaginales estaban abiertos y sus jugos salían abundamente de aquella fuente en que se había convertido su coño. Ella gemía mientras le metía la lengua en la vagina.
Comencé a jugar con un dedo alrededor de su ano, y noté como este se dilataba, así que continué metiéndole la lengua en el coño y el dedo por el culo, a lo que ella respondía con gemidos ahogados por que mordía mi bañador y levantaba la pelvis hacia mi boca. El dedo índice estaba totalmente dentro de su culo y mi lengua jugaba dentro de su vagina, cuando tuvo un orgasmo que le llevó a cerrar las piernas de forma que casi me rompe el cuello y el dedo que tenía dentro de su culo. Se incorporó y cogiéndome del cuello me besó. La mezcla de sabor de su saliva y la mía, del semen y de los jugos vaginales era deliciosa. Le pregunté si estaba preparada para recibir mi polla en su interior, me miró, sonrió y dándose la vuelta, dijo:
- Estoy deseándolo, pero no tenemos condones.
Que error los putos condones (pensé yo), y mientras lo pensaba la oí decir. – Lo del dedo en el culo me ha gustado, y por ahí no me voy a quedar embarazada. La miré, y se había colocado con el culo en pompa, mientras con sus manos abría sus nalgas y dejaba a mi vista, un orificio anal, dilatado y mojado por los jugos vaginal toda la polla por el culo. Rosa mantuvo la respiración y dejó escapar un gemido de doloroso placer al notar su precioso culito relleno de carne. Comencé a sacarla lentamente y cuando estaba a punto de salirse, volví a embestirla, así un par de veces más, hasta que mi polla entraba y salía por su culo sin ninguna dificultad.
Entonces comencé a bombear más rápido, dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera, mientras mis huevos golpeaban su coño y se humedecían con su flujo. Mientras ella gemía y se retorcía y yo seguía follándome ese delicioso culito y me imaginaba la cara de mi mujer si me viera, follándome el culo de su hermana y eso aún me ponía más cachondo y me animaba a seguir metiéndosela una y otra vez. Le dije a Rosa lo que me estaba imaginando y ella me contestó, que ojalá nos estuviera viendo, que le encantaría que su hermana viera como la follaba por el culo, como la hacía volverse loca y como yo disfrutaba follándomela, como no lo hacía con ella.
La muy puta tenía razón. Sabía que no disfrutaba follándome a mi mujer, y que con ella me lo estaba pasando en grande. Seguí follándole el culo, y fruto de lo cachondo que estaba cada vez con más fuerza. Tenía la polla tan hinchada que pensé que de un momento a otro le iba a reventar el ano y en ese instante la escuché decirme con la respiración entre cortada y sollozando: -Para Jorge, por favor para, no puedo más.
aqué mi polla del ano, y me quedé de rodillas mirando ese preciso culo, con su ano abierto y pensando que me hubiera encantado correrme dentro de el. Rosa se dio la vuelta, me besó, se agachó y comenzó a pasarme la lengua por los huevos. Pensé que la polla me iba a reventar. Jugaba con mis huevos con su lengua, como si estuviera chupando una cereza. Continuó subiendo con su lengua por el tronco de mi polla hasta llegar a la punta del capullo, donde hizo un par de círculos. Me miró, sonrió y me dijo: – Me tienes cachonda perdida, ahora ya estoy dispuesta para que me folles y te corras dentro de mí. Hace tres meses que tomo anticonceptivos porque me los recetó el médico.
Sin más comentarios, la tumbé en el suelo, acerqué mi polla a su coño, y se la metí. Estaba tan húmeda que no tuve ni que empujar, entró sola. Ella se puso bizca al notar el rabo dentro de su coño, pero enseguida comenzó a menearse mientras yo me la follaba lentamente. Al cabo de un par de minutos, empecé a notar las contracciones de su vagina y no tardó más que unos segundos en tener un orgasmo que fue acompañado de un grito ahogado de placer, lo que provocó que yo, sin poder remediarlo tuviera uno de mis mejores orgasmos.
Empecé a correrme dentro de ella y creía que no acabaría nunca de expulsar semen. A cada borbotón de semen ella se estremecía y me apretaba la espalda, atrayéndome hacia sus pechos. La mezcla de su flujo y mi semen rebosaba por su coño cuando saqué mi verga de él. Me tumbé boca arriba y ella, limpió con su lengua mi polla, me miró, sonrió y me dijo: -Ha sido genial. Ahora un bañito rápido y a la cama.
Así es como se inició mi cuñada en el sexo. Ahora ya han pasado siete años de aquello, y desde aquella noche seguimos teniendo encuentros sexuales, al menos una vez al mes. Yo me he divorciado de su hermana, ella se ha casado y además a descubierto su lado bisexual y aparte de mí como amante masculino tiene a Ana como amante femenina, y en ocasiones se trae a su amiga para que nos lo montemos los tres. Mi cuñadita, la virgen, ahora es el zorrona más puta.

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