viernes, 23 de octubre de 2009

Sexo despues del Cine

Me llamo Paula, soy morena de ojos castaños y piel también morena. Mido 1,60 y aunque no estoy demasiado en forma, sí tengo unas bonitas caderas, unos pechos de tamaño mediano pero muy redondos, duros y bien modelados y una barriga plana y sexy.
Aquella tarde Sergio (mi pareja) tenía que trabajar hasta tarde y como yo libraba quedé con un amigo para ir al cine.
Mi amigo es moreno, de pelo largo y ojos oscuros, musculoso con moderación y con un rostro muy atractivo.
Habíamos salido en plan amigos otras veces y aunque hablamos mucho por internet, nos vemos poco y siempre se produce una especie de tensión-silencio.
Aquella tarde fuimos a un cine que hay a las afueras de la ciudad, él pasó a recogerme con el coche. Me había puesto un vestidito blanco bastante ceñido y semitransparente. Al entrar en el coche lo saludé con un beso en la mejilla y sonrió. Estaba muy mono...con ese aire de libertad...
No recuerdo ni siquiera que película vimos. Cenamos en un japonés de la zona y volvimos hacia casa.
En el coche se produjo un cómodo silencio y cerré los ojos semi-dormida por el sake. Mi mano resbaló al borde del asiento y noté su mano sobre la mía. Abrí los ojos. Conducía sin mirarme, pero su mano no dejaba de acariciar la mía. Saqué mi mano de debajo de la suya con cuidado y él aprovechó para mover la suya hasta mi rodilla.
Noté como mi pulso y mi respiración se aceleraban. En un intento por recobrar el control me puse a hablar sobre la película. Él retiró su mano y en una repentina maniobra sacó el coche de la carretera y lo metió en un camino de tierra. Me sobresalté y él apagó el motor.
-¿Qué pasa?¿Por qué paras?
-Me encanta tu olor. ¿A qué hueles?
Se acercó a mi cuello e inspiró. Me temblaban las manos. Inesperadamente, mordió mi cuello. Aquello hizo reaccionar a mi cuerpo, que se estremeció de placer.
-No, no, para, no está bien...
-No hay nadie más...nadie nos ve...
Me besó en la boca, intenté apartarle, pero su boca era cálida, su humedad me atraía, la suavidad de sus labios...Cuando su lengua juguetona entró en mi boca dejé de resistirme. Respondí a sus besos todavía un poco sorprendida y confusa mientras él, dominando la situación, desabrochó mi cinturón y me atrajo hacia sí.
Me gustaba notar su pecho cerca del mío y poco a poco fui acercándome más. Él, retiró el asiento hacia atrás y me invitó con un gesto a sentarme sobre él.
Aunque seguía albergando dudas sobre lo que estaba sucediendo, me dejé llevar por el deseo y me arrodillé sobre él dejando de este modo mis pechos a la altura de su boca. Respondió rápidamente besando mi escote mientras una mano recorría mi espalda buscando el broche del sujetador.
Notaba su verga cada vez más hinchada junto a mi coño y apretaba insintivamente mi cuerpo al suyo.
Pese a que seguía vestida, me sentía absolutamente desnuda, con el vestido levantado hasta la cintura y sus manos y su boca por todo mi cuerpo. Ansiaba notar su piel. Le quité la camiseta como pude y mis labios empezaron a recorrer cada parte de su pecho.
Cada vez estabamos más calientes y sugirió pasar a la parte de detrás. Ambos salimos del coche y él aprovechó para sacarme el vestido. Mi sujetador, desabrochado, cayó al quitarme el vestido y quedé solo con un tanga blanco. Su mirada era salvaje:
-Eres...preciosa.
Se quitó el resto de la ropa y juntos nos acomodamos en la parte trasera. Con timidez, las caricias, besos y abrazos dejaron paso a los toqueteos más calientes. Noté su mano acercarse a mi coño y sus dedos jugando con mi tanga. Con habilidad, apartó la tira y me acarició. Sus dedos resbalaban en mis jugos...Gemí de placer.
Era evidente que estaba disfrutando así que jugueteó un poco más, y en el momento en que me decidí a coger su impresionante verga con mi mano, introdujo sus dedos en mi coñito. ¡Dios, que placer! Los movía despacio arriba y abajo, pero no era suficiente para mí.
Le agarré la mano y empecé a masturbarme con sus dedos. Estaba a punto de correrme cuando él sacó los dedos.
-¡Ei! ¿Qué pasa?
Atrajo mi boca a la suya y me besó con ardor. Noté su mano empujando mi cabeza hacia abajo y supe lo que quería.
Poco a poco, fui besándo su pecho. Bajé a su barriga y siguiendo el ombligo hacia abajo llegue a su verga. Lo miré descaradamente mientras le masturbaba y empecé a chupársela por debajo. Con mi lengua, subía lentamente hasta la punta. Sin dejar de mirarle, me la metí en la boca y empecé a chuparla. A los pocos segundos, él gemía de placer y sus sonidos aumentaban mi deseo.
Al poco tiempo, noté su semen en mi boca. ¡Qué delicia! Le chupe la verga hasta dejársela limpísima y me acosté sobre él. Refregaba mi coño contra su verga, que ante el roce de mis pechos en el suyo volvía a hincharse.
Me levantó y me pidió que me recostará yo para ponerse él encima. Me chupó los pechos y me mordió los pezones. Yo disfrutaba, pero ansiaba tener su polla dentro de mí. Sin embargo, él tenía otra cosa pensada...Bajó hasta mi coño y me quitó el tanga. Acerco su boca y empezó a lamerme. Su lengua caliente y húmeda recorrió todos mis pliegues para al fin concentrarse en mi clítoris. No podía evitar apretar su cabeza contra mi coño. Gemía y gemía.
Su dedo se deslizó dentro de mi sin dejar de chuparme y en ese momento me corrí. Aparté su cabeza e intente controlar mi respiración. Rápidamente, me metió la polla. Todavía no habían cesado mis contracciones y notar su verga dentro de mí desencadenó un nuevo orgasmo. ¡Dios, como estaba disfrutando!
Sus movimientos fueron acelerándose y me follaba cada vez más deprisa, de una forma absolutamente salvaje. Para cuando se vino, yo había tenido un nuevo orgasmo.
Descargó todo su peso sobre mí y esperamos así a que nuestras respiraciones se calmaran. Nos vestimos y puso el coche en marcha.
El resto del camino estuvimos en silencio. Esta vez, el silencio era un poco incómodo así que inicié un monólogo sobre la comida japonesa. Al llegar a mi puerta, detuvo el coche y me miró.
-Gracias por el cine y la cena. Bueno, y por todo, lo he pasado fenomenal.
-Paula...Yo también me he divertido...ha sido una noche...no podemos dejar de reptirlo.
Sonrió y me besó en la mejilla.

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