jueves, 5 de noviembre de 2009

Mi vecinita universitaria se puso muy caliente con los dos

María era una estudiante de diecinueve años que estudiaba en la universidad y compartía piso con unas amigas en el centro de la ciudad, pero que lo que le iba a deparar ese día distaba mucho de imaginarlo, iba a empezar como la peor de sus pesadillas y a terminar como la más excitante de sus fantasías sexuales.
Se había levantado para ir a la universidad, vestía solo una exigua camiseta blanca y unas braguitas también blancas, se metió a ducharse, el baño tenía una ventana que daba a la azotea del edificio de al lado y desde la que se divisaba todos los tejados del barrio. En esa azotea estaba Juan un vecino suyo que conociendo las rutinas de María ya que vivía encima suyo se dedicaba a espiarla sobre todo después de que ella le rechazara un día que el hombre se atrevió a insinuarse.
Juan provisto de unos prismáticos estaba tumbado en la azotea observando a la muchacha ducharse. María es una chica alta, sobre el metro setenta y tres centímetros, rubia de pelo largo y aspecto nórdico, ojos azules, pechos pequeños con los pezones en forma de fresitas, culo redondo y duro, pubis rasurado salvo un pequeño mechón rubio.
De repente Juan pudo observar cómo salía rápidamente de la ducha y se ponía un albornoz todavía mojada por el agua. Habían llamado a la puerta, ella no podía adivinar que después de abrir la puerta le iba a cambiar la vida tan de repente. Cuando abrió la puerta se encontró con un hombre moreno bien vestido que estaba haciendo encuestas según le dijo.
Ella le dejó pasar y cerró la puerta invitándole a entrar y acompañándole al salón. Le ofreció si quería tomar algo y él dijo que un refresco estaría bien. María fue por el refresco a la cocina, el hombre de manera sigilosa fue tras ella y cuando la chica sacaba el refresco de la nevera la sujetó con una mano del pelo y con la otra le tapó la boca conminándola a no hablar.
María estaba asustada, Juan que seguía toda la escena desde la azotea ya que esa parte de la casa daba a su puesto de voyeur, la ventana del baño, la cocina y la habitación de la chica se podían ver perfectamente desde allí. El asaltante le dijo que se quitara el albornoz y que la condujera a su habitación, ella obedeció. Estaba temblando entera y caminó a su cuarto con el hombre detrás sujetándola.
La arrojó encima de la cama y le tapó la boca, luego la ató en forma de aspa a la cama. Cuando la tuvo atada volvió al baño y allí cogió un poco de jabón de afeitar que encontró en el armario, debía de ser del novio de alguna de las chicas o allí vivía alguien y también cogió una maquinilla de afeitar desechable. Entró en la habitación y se quedó de pie al lado de ella observando la expresión de terror de la chica. Se fue desnudando muy lentamente, la muchacha empezó a notar que la situación, porque no conocía las intenciones completas de él, la excitaba y sintió su coño extraordinariamente mojado.
El asaltante se terminó de desnudar y ella vio la verga de él completamente dura y erecta de tamaño considerable, pasaba ligeramente seguro de los veinte centímetros, él cogió la espuma de afeitar y la untó bien en todo el pubis y la terminó de rasurar entera, ella ya estaba toda mojada cosa que él vio y la insultó diciéndole que era una zorra. Observó también al voyeur y le hizo una seña para que fuera a la casa. Le dejó la puerta abierta mientras él volvía donde María a la cual soltó de pies y manos y liberó la boca. La obligó a sentarse en la cama y acercó su polla a su boca, ella la cogió con la mano como sopesándola y luego en vez de besarla como hacía habitualmente cuando mamaba una verga se la introdujo entera en la boca.
Juan llegó en ese momento y se sacó la polla y comenzó a masturbarse mientras observaba la escena, José, que así se llamaba el asaltante, le dijo que directamente se la follase pero que pusiera la cámara de video que llevaba a grabar todo. José puso la cámara y subió a María a la cama y la colocó a cuatro patas con la cabeza en el borde para mientras él la follaba ella se la comiera a José.
Colocó la polla a la entrada del coño de ella y fue penetrándola muy lentamente, la polla de Juan era un poco más pequeña que la de José, pero era bastante gruesa, con eso cada vez que la penetraba, ella se consideraba completamente llena hasta que comenzó a bombear dentro de ella. María entretanto cogió la polla del otro hombre y le daba lametones como si fuera una piruleta.
Joder la muy perra está sangrando, creo que era virgen—– dijo Juan.
Sí, soy virgen, bueno lo era, pero ahora follarme entera, estoy muy cachonda— respondió ella completamente desinhibida.
Antes de que Juan se fuera a correr se la sacó del coño y la hizo tumbarse boca arriba, entonces José colocó las piernas de la muchacha en sus hombros y la penetró mientras la decía lo puta que era y que la iban a convertir en su amante. Ella asentía y no paraba de gemir mientras les pedía más. La descabalgó y la hizo levantarse.
Juan se puso boca arriba y María se sentó como una amazona lo hace encima de su caballo y comenzó a cabalgarlo, nunca había follado con nadie pero parecía la más experta de todas las mujeres, incluso hacía fuerza apretando los músculos de su vagina y variaba la forma de cabalgarlo para que la polla rozase en su clítoris cada vez que ella se ensartaba en ella.
Estaba tan caliente que no se daba cuenta que José se había situado a su espalda y cogiendo los fluidos que ella soltaba y un poco de mantequilla que había cogido de la nevera la estaba masajeando el ano y haciendo círculos ya la penetraba con uno de sus dedos para luego hacerlo con dos e intentar dilatar al máximo este agujero.

Cuando consideraba que lo tenía bastante dilatado introducía un tercer dedo hasta ver que ya estaba lista entonces la penetró solo con la punta de la polla y quedándose quieto ella fue haciendo el resto del trabajo mientras montaba a Juan y se clavó entera.
Ahora era follada por los dos hombres, José la cogía de los pechos mientras le follaba el culo, los sobaba haciéndolos deslizar entre las palmas de su mano y ofreciéndoselos a Juan para que los chupase y los mordiera. Ella estaba desatada y ya no trotaba sobre las dos pollas sino que directamente cabalgaba sobre ellas, se sentía llena y muy cachonda, estaba cerca de su orgasmo, lo notaba muy próximo, se le estaba erizando todo el vello y de repente explotó en un largo orgasmo, se convulsionaba mientras gritaba jadeando y les pedía que la follasen más fuerte.
Ellos tampoco estaban muy lejos de eyacular y se la sacaron de dentro y tirándola sobre la cama se masturbaron hasta llenar todo el cuerpo de la chica de semen. Ella les miró con cara de viciosa y se relamía entera de gusto. Luego se ducharon los tres juntos lavándose bien. Vieron lo grabado y José le dijo que si no quería que la grabación cayera en manos poco adecuadas debía ser la puta particular de ellos. María dijo que lo haría encantada y que no hacía falta que mantuvieran esa grabación ya que se entregaba a ellos para ser follada cuando quisieran.

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